domingo, 13 de abril de 2008

La Fiesta de los Maniquíes



Ferrol, a 13 de abril de 2008

Mi pequeña Dama:

Te escribo estas líneas para justificar, de alguna manera, mi entorpecimiento del otro día por la noche, entorpecimiento que, si bien ya soy mayorcito y un hombre hecho y derecho, me gustaría explicar.

Pues verás, resulta que uno se pasa toda la vida quejándose por cómo es la gente en general (y las mujeres en particular) y cuando a lo mejor es posible entablar una simple conversación con una chica que podría ser normal (comprenderás que tampoco lo asegure, pues debido a mi torpeza no te conozco todo lo bien que quisiera) pues en mi afán por resultar distendido acabo siendo pedante y estúpido, cosa rara en mí además, pues el 99% de las veces suelo ser como me trajeron al mundo y, lo que es peor, luego pensando en lo gilipollas que debo de resultar a tus ojos. En fin, me lo he ganado yo solito.

Te escribo esto porque por alguna extraña razón que todavía no alcanzo a comprender, siento la necesidad de mostrarte que no soy así nunca. Lo cierto es que, por diversas razones, llevaba sin salir como un mes y ayer pillé la noche "con ganas" con todo lo que ello conlleva. Creo que el West Saloon a las 6 de la madrugada, convertido en la Fiesta de los Maniquíes, no es el lugar más idóneo para entablar una conversación medianamente normal, lo cual unido a la ingesta varia de productos alcohólicos y a mi poca lucidez del momento, dió como resultado mi comportamiento. Y no pretendo poner como excusa el momento ni el lugar, pues yo siempre me he vanagloriado de ser independiente de esos condicionantes, a pesar del tema que me ocupa ahora mismo.

En fin, me gustaría arreglarlo de alguna manera pero supongo que la cosa quedará como está. Una auténtica lástima para mí. Sé que, muy probablemente, nunca llegues a leer esto.

Un beso.

--Borja--



"Mi pequeña dama, dime cómo te encuentras... ¿acaso decepcionada de verme muerto en la escena?"