Hace algún tiempo que le vengo dando vueltas a un asunto y es cómo nos afecta, psicológicamente hablando, el cambio de una etapa a otra en la vida.
Personalmente nunca me lo había planteado, pero si es cierto que conviene de vez en cuando mirar al interior de uno mismo y reflexionar sobre ciertas cosas. No soy una persona que le gusten ni las falsedades ni la hipocresía y muchísimo menos engañarme a mí mismo, de modo que uno tiene que reunir el valor suficiente para intentar ver con claridad que le está pasando por el interior.
Lo primero que hay que decir es que tuve la inmensa suerte (como la mayoría de personas de mi generación) de tener una vida muy acomodada con la oportunidad de estudiar una carrera y de no tener demasiadas responsabilidades. Y es que hay que reconocer que somos una generación muy cómoda, que lo ha tenido todo ya que, al fin y al cabo, el paso por la Universidad no es más que una extensión de la vida adolescente, pues las responsabilidades/preocupaciones son exactamente las mismas, a saber: aprobar los exámenes y salir con los amigos, básicamente. Esto tiene, bajo mi punto de vista, una repercusión importante pues la entrada en la vida adulta como tal (y no por mera cuestión de edad) se retrasa bastantes años.
Y ahora viene el quid de la cuestión. Tras toda una vida dedicada a estudiar, a problemas menores y teniendo muchas cosas al alcance, llega de repente la gran bofetada. La vida te dice "Ey tío! Hay que espabilar! Que esto es el mundo real!" y a uno (más bien a su cabezita) le cuesta asimilar ese cambio tan brusco. Es como si en la bisoñez de los años más jóvenes nos llegáramos a creer que toda la vida sería así y de repente despertamos del "sueño" y nos damos cuenta de que no tiene nada que ver lo que estamos viviendo en este momento con las ideas y expectativas que nos habíamos creado (o cómo habíamos pensado/imaginado que sería la vida una vez llegados a este punto).
No nos engañemos: el cambio, sacude y mucho. Creo que debemos de dominar nuestra cabeza y no dejar que sea ésta quién nos domine, ya que si dejamos de tener el control, la cosa se desmadra y puede acabar muy mal. Es decir: hay que ser conscientes en todo momento de que estamos en un punto entre dos aguas, en stand-by y asumiendo nuestro nuevo rol en la vida, lo cual es duro pero no imposible de pasar. De nada vale mirar hacia adelante poniendo el carro delante de los bueyes, pues ya lo decía John Lennon: "La vida es lo que te sucede mientras estas ocupado haciendo otros planes" y esto, señores y señoras, es la vida (y los planes, en este caso, los tormentos y preocupaciones, muchas sin sentido alguno, que nos llenan la cabeza y nos hacen estar de los nervios), así que hay que procurar que nuestra vida no sea nervios, tensión y paranoias.
A todo esto, claro está, hay que sumar la Crisis que estamos padeciendo (por lo menos en este país) y que el hecho de encontrar un trabajo sea una Odisea, sumado a que uno ve que la situación lejos de mejorar empeora lo cual lleva a que, indirectamente, tu mente empieze a preguntarse qué será de tí en el futuro... en fin, fuerza y paciencia, herman@s, pues solo así saldremos de esta, porque saldremos, de eso no tengo dudas.
Simplemente quería dejar esta reflexión ya que, pienso que algun@ puede sentirse identificado con la misima.
Un saludo.
Personalmente nunca me lo había planteado, pero si es cierto que conviene de vez en cuando mirar al interior de uno mismo y reflexionar sobre ciertas cosas. No soy una persona que le gusten ni las falsedades ni la hipocresía y muchísimo menos engañarme a mí mismo, de modo que uno tiene que reunir el valor suficiente para intentar ver con claridad que le está pasando por el interior.
Lo primero que hay que decir es que tuve la inmensa suerte (como la mayoría de personas de mi generación) de tener una vida muy acomodada con la oportunidad de estudiar una carrera y de no tener demasiadas responsabilidades. Y es que hay que reconocer que somos una generación muy cómoda, que lo ha tenido todo ya que, al fin y al cabo, el paso por la Universidad no es más que una extensión de la vida adolescente, pues las responsabilidades/preocupaciones son exactamente las mismas, a saber: aprobar los exámenes y salir con los amigos, básicamente. Esto tiene, bajo mi punto de vista, una repercusión importante pues la entrada en la vida adulta como tal (y no por mera cuestión de edad) se retrasa bastantes años.
Y ahora viene el quid de la cuestión. Tras toda una vida dedicada a estudiar, a problemas menores y teniendo muchas cosas al alcance, llega de repente la gran bofetada. La vida te dice "Ey tío! Hay que espabilar! Que esto es el mundo real!" y a uno (más bien a su cabezita) le cuesta asimilar ese cambio tan brusco. Es como si en la bisoñez de los años más jóvenes nos llegáramos a creer que toda la vida sería así y de repente despertamos del "sueño" y nos damos cuenta de que no tiene nada que ver lo que estamos viviendo en este momento con las ideas y expectativas que nos habíamos creado (o cómo habíamos pensado/imaginado que sería la vida una vez llegados a este punto).
No nos engañemos: el cambio, sacude y mucho. Creo que debemos de dominar nuestra cabeza y no dejar que sea ésta quién nos domine, ya que si dejamos de tener el control, la cosa se desmadra y puede acabar muy mal. Es decir: hay que ser conscientes en todo momento de que estamos en un punto entre dos aguas, en stand-by y asumiendo nuestro nuevo rol en la vida, lo cual es duro pero no imposible de pasar. De nada vale mirar hacia adelante poniendo el carro delante de los bueyes, pues ya lo decía John Lennon: "La vida es lo que te sucede mientras estas ocupado haciendo otros planes" y esto, señores y señoras, es la vida (y los planes, en este caso, los tormentos y preocupaciones, muchas sin sentido alguno, que nos llenan la cabeza y nos hacen estar de los nervios), así que hay que procurar que nuestra vida no sea nervios, tensión y paranoias.
A todo esto, claro está, hay que sumar la Crisis que estamos padeciendo (por lo menos en este país) y que el hecho de encontrar un trabajo sea una Odisea, sumado a que uno ve que la situación lejos de mejorar empeora lo cual lleva a que, indirectamente, tu mente empieze a preguntarse qué será de tí en el futuro... en fin, fuerza y paciencia, herman@s, pues solo así saldremos de esta, porque saldremos, de eso no tengo dudas.
Simplemente quería dejar esta reflexión ya que, pienso que algun@ puede sentirse identificado con la misima.
Un saludo.
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